viernes, 3 de agosto de 2012

Entierro


Parece que fue ayer la ultima vez que te vi.
Estabas tan hermosa como siempre y con tus sutiles juegos de mano me arrancabas un mechón de pelo muy dolorosamente, inundando de graciosos gritos mi cerebro.
Siempre vi esto como una tierna demostración de cariño. Quizás no era eso lo que pretendías.
Y parece que fue ayer cuando por última vez me dijiste que el sodero que te traía la soda sin gas, como a vos te gusta, se quedaría a cenar, nuevamente.
Siempre supe internamente que lo hacia con una segunda intención, estoy seguro que era por la comida. No soy de dudar de la gente, pero comprendí que en este mundo rencoroso, ya nadie es amable por que si.
Nunca termine de comprender por que seguías comprándole soda sin gas a aquel sujeto pudiendo comprar agua sin gas en el chino. Y deje de creer tu xenofobia por los orientales cuando el cartero que se asimilaba a un japonés, comenzó a tomar el te contigo.
El día me trataba bien. Las flores parecían cantar, o quizás era el porro que estaba pegando mal lo que me hacia alucinar. No lo se y nunca lo sabre, habrá que seguir probando para ver si siempre cantan cuando estoy así.
Viniste, sonrojada y algo sudada, parecía que habías corrido por horas a mi encuentro para dejarme la carta, aunque creo que solo estabas en la casa del vecino .
Ese viejo solteron, aunque no tan viejo para vos, según lo que me decías, para mi 40 años sin pareja es un viejo solteron.
Mi instinto nunca falla, o tal vez si, hasta ahora creo que no. Ese hombre tiene siempre algo raro en su porte, su mirada parece vacía, hasta cansada.
Intenta pretender soltura en sus movimientos, elegancia en su tono de voz sin procurar decir las palabras acordes a la conversación mantenida.
A mi me sigue pareciendo un viejo solteron. A vos parecía agradarte esta combinación de mal gusto en atuendos con su falta de coherencia en el habla. Y tienes tan buen corazón que has ido más de una vez a hacerle compañía para que no se sienta solo.
Esa era la mujer de la que me enamore. Esa dama tan cariñosa y caritativa.
Ahora que lo pienso mejor, seguramente tu alma bondadosa era la que mantenía el trabajo de ese sodero confianzudo a pesar de tu falta de consumo por el producto que vendía. Si, debía ser eso.
Como lamento haberte perdido amor mío. Aunque aun me duela recordarla, se que la carta que me anuncio tu partida no la olvidare jamás.
Lo raro es como supiste que ibas a morir y quienes iban a acompañarte, antes de escribir la carta, si no tenías ninguna enfermedad declarada.
Pero bueno, ya no importa, no estas. Y a pesar de que no pude estar en el cementerio, tengo el consuelo de que tus amigos pudieron despedirte.
Según tu carta, algo confusa, el sodero, el cartero y el vecino te han enterrado y así te has ido para no volver.

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